No puedo creerlo. A dos semanas del 7-J, Londres vuelve a despertar en pánico. Cuatro nuevos estallidos en el metro y en un bus sacuden la capital inglesa. Blair dice que está todo bajo control y que hay que seguir viviendo la vida como siempre. Que los ingleses no se pueden dejar amendrentar y que esto no tiene nada que ver con la decisión de Blair de apoyar a Bush en la absurda guerra de Irak.
Confío en que la aguda inteligencia de los ingleses les hará dudar de las palabras de Blair. Confío en que no caerán en histeria colectiva como los norteamericanos después del 11-S, para endurecerse y confiar ciegamente en las guerras preventivas de sus presidentes. El terrorismo no parará, o al menos esa es la amenaza de Al Qaeda, hasta que des-ocupen Irak. Y la pregunta para Blair y Bush no es otra ¿Cuántas vidas de civiles inocentes vale la reserva de petróleo más grande del mundo? No nos olvidemos de los temas de fondo. Aquí nunca fue la batalla del bien contra el mal como vociferaba Bush Jr. Aquí siempre ha sido la batalla por el monopolio del negocio.
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