domingo, 13 de diciembre de 2009

De viajes y elecciones

A horas que partan las elecciones chilenas, estoy escuchando a Jaime Roos y recordando mi último viaje a Uruguay, en septiembre. Entonces Lacalle y Pepe Mujica aún estaban en campaña, y en los días que estuve leí con avidez el Brecha para enterarme de los pormenores del proceso, que como ya sabemos le dio la victoria al ex Tupamaro. ¡Cuánto me gusta Uruguay! ¡Cuánto me gusta Montevideo! No sé si esta era mi tercera o cuarta vez en la hermosa y honesta ciudad, pero a pesar del poco tiempo, lo disfruté profundamente. Caminando por las ramblas, comiendo en el mercado de la Ciudad Vieja, entrando a las Librerías (sí, con mayúscula) uruguayas, hablando con los uruguayos sobre política, y sobre la vida... un verdadero placer.

Contenta y honrada de conocer el mundo uruguayo, su gente, sus mates, su disposición ante la vida, su conversación amable y franca. Y por supuesto que estoy contenta que haya ganado Pepe, que uruguayas y uruguayos hayan ido a celebrar en la entrada de la ciudadela, con tanto entusiasmo y mística.

Por eso cuando son casi las dos de la madrugada del 13 de diciembre, quiero y no quiero pensar en la elección chilena. Mañana tendré que ir a votar, en el centro, en el Liceo Cervantes de calle Amunátegui, y lamento muchísimo decir que -como muchos y muchas- voy sin entusiasmo, voy resignadamente, voy porque es parte de mis derechos y deberes de ciudadana. Hará calor y estaré en la mañana con muchísimas otras mujeres en este liceo, esperando para hacer una marca en un papel que no hará mayor diferencia en el país. No producirá cambio alguno en la clase política. Añoro volver a sentir esa mística que sentí antes. Me apena haberme vuelto tan escéptica, y me molesta que este cinismo es producto de la vida social y política de los últimos 30 años.

Por cierto que será interesante de analizar todo lo que pase mañana. Mi lado racional se hará cargo y disfrutará el rol de observador. Pero claro, esa sensación de protagonismo, de sueño compartido, de visión, de historia y futuro... esperemos que ocurra en alguna al menos de las elecciones de las próximas décadas. Ahora, mejor volvamos a Jaime Roos... y luego a dormir para ir temprano a votar.


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jueves, 26 de noviembre de 2009

Juvenilia

Me he robado el título de un escrito antiguo de una de mis heroínas personales, Jane Austen, para este post. Y es que quisiera hablar de lo que significa para mi volver este fin de año a trabajar en lo que ha sido uno de mis lait motivs en estos años de antropóloga.

Los mundos juveniles llegaron a mi puerta epistemológica de noche y bien de improviso, ya que en verdad pensaba dedicarme a la Antropología Política, y desde allí a las Ciencias Políticas de frentón. No me di cuenta, una cosa llevó a la otra, y de pronto, simplemente, ya estaba investigando jóvenes, trabajando con jóvenes, enseñando y aprendiendo con ellas y ellos. Siendo yo una joven más, con 22 años.

A fines de este año comenzaré nuevamente a trabajar vinculada a estos esquivos, dinámicos y efímeros mundos juveniles. Y no dejo de preguntarme sobre lo que me encontraré es este nuevo desafío de trabajo de campo. En cómo han cambiado ciertas cosas en sólo un par de años. Es divertido. En las últimas semanas me volví una adicta a la serie inglesa Skins, que justamente presenta los ires y devenires de un grupo de amigos de Bristol en sus 16/17 años. La serie ha acarreado polémica, porque les puedes ver tomando alcohol, usando drogas y teniendo sexo -prácticas que en general escandalizan a los adultos, cuando no son ellos los performers- pero quizás lo más perturbador de la serie, es que en ella los adultos -representados en los padres o madres de los chicos- son tan adolescentes como creen que son sus hijos, lidiando torpemente con las adultas relaciones de pareja -bueno, como todos posiblemente- ; y a decir verdad, las y los jóvenes de Skins, pareciera que tuvieran más resueltos temas que acá aún no logramos conversar, como por ejemplo la exploraciòn de la propia sexualidad y la aceptación de la diferencia (propia y ajena).

Por cierto que cuando yo tenía 16 o 17, el entorno en el que vivía era mucho más conservador, en mi familia y en el país (El candidato Frei era presidente), y no se hablaba aún de anticoncepciòn de emergencia, legalización de la marihuana, unión civil homosexual, aborto terapéutico u otros temas; pero sí en mis redes habían ya prácticas sexuales, consumo recreativo de alcohol y drogas así como muchísimas preguntas sobre las identidades y las relaciones de género. Tragos más, pitos menos... no éramos tan diferentes a lo que hoy nos muestran como la generación de Bristol.

Me pregunto qué desafíos nos plantearán las y los jóvenes de esta generación, quienes nacieron el año '90 o incluso el '95, cuando tuve mi primera guitarra eléctrica y escuchaba el sonido de Seattle. En los últimos años sólo he visto en los medios crónicas y reportajes sobre tribus urbanas espectaculares  y -como siempre- uso de alcohol y drogas, así como prácticas sexuales para referirse a las y los jóvenes. Creo que los desafíos superan ampliamente esas temáticas... sobre lo mismo, conviene revisar los resultados de la Encuesta de Participación Social en jóvenes que publicó la UDP hace un par de meses, les dejo el archivo... chequeen las posiciones de las y los jóvenes en relación al rol del Estado y a varios temas valorativos. Muy interesante.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

Comenzando...

Time To Pretend by Mgmt  
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85 MGMT - Time To Pretend.mp3 (4219 KB)

Aquí va una buena canción para inaugurar este nuevo espacio de notas, apuntes, borradores y reflexiones varias.

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