viernes, 19 de agosto de 2005

Enzo Faletto. De la Dependencia y la Distancia del Poder a una Nueva Etica de lo Público




"Quienes vivimos el golpe y nos quedamos en Chile vimos los comportamientos más horrendos en términos de una retracción hacia un individualismo feroz; desconfianza con todo lo que viniera; oportunismo por todos lados, toda esta imagen que nosotros teníamos de la sociedad chilena tan bien organizada era más cáscara que otra cosa. Aquí hay un estilo de comportamiento que se acentuó después. Por ello creo que la recuperación de una ética de comportamiento distinta es una recuperación larga y depende de una cierta capacidad de creación. En el caso chileno, habíamos creado instituciones que tenían ese rasgo con el que la gente se identificaba y por lo tanto asumía la ética de la institución como ética propia. Hoy día han desaparecido estas instituciones, se rompió la ética, y el desafío es cómo creamos una nueva ética. Con la defensa de algunas instituciones y con la creación de instituciones que empiecen a ser expresivas de una ética colectiva, de una ética que vuelva a privilegiar el sentido de lo público, redefiniéndolo." ENZO FALETTO


Enzo Faletto fue un sociólogo chileno que representó la otra corriente de la Teoría de la Dependencia, opuesta y crítica a la de Gunder Frank. Encontramos una entrevista realizada a él por Rocinante el 2003, que después fue publicada por el CENDEs de la Universidad Central de Venezuela, y un particular homenaje que le hace Ricardo Lagos poco después de su muerte recordando la distancia que establece Faletto como intelectual en relación al poder.


Ver Entrevista de Faride Zerán a Faletto "Necesitamos una Nueva Etica de Comportamiento"



Enzo Faletto y el poder. Ricardo Lagos Escobar

La faceta que define realmente a Enzo Faletto es la relación entre el intelectual y el poder, que es muy compleja y difícil. Un intelectual como él desmenuzaba el poder y las fuerzas que lo mueven. Pero, precisamente por cómo era, por la impronta ética tan profunda que tenía, el poder era algo que debía tener muy lejos.

Es cierto que se emociona cuando Allende es elegido. ¿Pero qué hace Enzo? Se va a la Flacso y se encierra a pensar un sesudo trabajo sobre Martín Rivas. Mientras la discusión entre 1970 y 1973 era la que conocimos, Enzo llegaba y decía: “¿Has visto esta frase de don Dámaso, te das cuenta cómo describe la oligarquía del siglo XIX?”. Según él, lo que estaba haciendo era leer el siglo XIX cuando no había esos sabios, llamados sociólogos, que explicaban la sociedad.

Pero, en el fondo, cuando sus sueños se empezaban a realizar, Enzo no quería aparecer vinculado con el poder. Me impactó mucho, porque en ese momento que nos convocó a todos, Enzo consideraba que tenía que seguir teniendo una suerte de libertad para pensar.

Desde el 11 de septiembre de 1973, él entendió que esa realidad sí requería de su presencia. Con Enzo formamos “los suizos”, una de las múltiples facetas en las cuales la diáspora socialista se expresó. (…)

Me contó Fernando Henrique Cardoso que le costó mucho mantener su relación con Enzo cuando fue Presidente de Brasil. Una vez le dijo “¿cuándo vas a venir a verme?”, y Enzo le respondió “cuando ya no seas Presidente”.

Cuando en 2000 fui elegido Presidente, sufrí la suerte de Cardoso. Enzo me dijo que nos veríamos en marzo de 2006. Al principio lo consideré un chiste.

Hubo una visita oficial de Cardoso en 2002. Entonces llamé a Fernando Henrique y le dije que teníamos un problema. Empecé un largo proceso de preparación para que Enzo aceptara ser invitado a la cena oficial ofrecida a Cardoso.

Fue de las gestiones diplomáticas más exitosas de mi administración. Cardoso se encontró con Faletto en la cena oficial. Yo esperaba que después pudiéramos ir a tomarnos un trago con Enzo y Fernando Henrique. No señor, tan pronto saludó a Cardoso se arrancó por una puerta. Y nunca más.

Cuando supimos de su enfermedad, hice una comida en mi casa, que Enzo aceptó a condición de que estuviéramos solos. Comimos acompañados por la Panchita. Enzo estaba con su bastón. Con esa capacidad que tenía nos explicó que esa era la forma distinguida de plantearse en este mundo neoliberal.

El poder -se quiera o no- disminuye la capacidad de independencia del intelectual frente al príncipe de turno, y él quiso ser un hombre libre.

Es cierto, tenía mucho de anarquista, salvo cuando algunas cosas -pocas- las tomaba en serio. Las trabajaba intensamente y con tesón. Hubo muchas de las cuales en aquellos años difíciles fui testigo, a finales de los 70 en los centros de pensamiento de la época.

Cuando se escriba una biografía sobre él tendrá que haber un capítulo del Enzo Faletto orgánico. Porque todos lo recordamos en otras facetas y nunca pensamos que Enzo tomaba sus cosas con la seriedad que su profundo pensamiento requería, porque en esto era tremendamente serio, revestido de una capa de ironía especialmente fuerte consigo mismo. Enzo también era un hombre que se exigía demasiado a sí mismo.

Es cierto lo que dice Alain Touraine en cuanto a que Faletto tuvo una impronta en la región mucho más grande. Cualquiera que conozca la historia de Cardoso y Faletto y el libro aquel (Dependencia y Desarrollo en América Latina) sabe que quien escribía -literalmente- era Cardoso y quien hablaba sobre lo que había que escribir era Faletto.

Un hombre tan brillante, tan inteligente como Enzo. Su brillantez cuando quedaban textos escritos no estaba a la altura de su palabra. Creo que él sabía que en una conversación, en un debate, su brillantez era tan grande, que cuando lo veía escrito no le parecía a la altura y lo botaba.

Esto explica -creo- por qué no fue mucho más prolífico, y por qué cuando se hace una recolección de los trabajos de Enzo, lo que aparece son aquellas cosas escritas casi al correr de la máquina más que aquello que él consideraba era la culminación de un proceso.

La relación de Enzo con el poder lo retrata tal como fue: un hombre de mucha convicción, de mucha ética. En estos tiempos eso falta. A ratos tenemos la sensación de estar en una empresa un poco a regañadientes de nosotros porque quisiéramos otro mundo. Pero también creo que Enzo, con la mirada crítica de lo que ocurría en el Chile post 90, tenía la suficiente visión para comprender que en último término si se habla de intelectual tenemos libertad absoluta, si se habla del poder tenemos restricciones fuertes. El no quiso estar cerca del poder. Quiso mantener la libertad auténtica del intelectual sin la restricción que impone cada día el poder. En esta relación, Enzo lega una impronta muy grande y un valor ético muy fuerte.

Este valor ético tiene que llevar a plantearnos a los que fuimos sus amigos cuánto de esa herencia estamos dejando a los que nos siguen. Y en qué medida hombres como él van a surgir para que pueda seguir habiendo intelectuales cuya relación con el poder sea de la elegancia y altivez que tenía Enzo, que lo hacía al mismo tiempo un hombre -como dice muy bien Fernando Enrique- por el cual todos sentimos nostalgia.

Yo voy a extrañar mucho a Enzo después de marzo de 2006, porque me prometió que entonces íbamos a conversar…

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