jueves, 17 de noviembre de 2005

El Dolor de Francisco Javier


(Recibimos por parte de alguno amigos este mail por Internet nos parece interesante darlo a conocer).

En su discurso de despedida al cargo de Rector de una conocida universidad privada chilena, el otrora vocero de la dictadura militar,Francisco Javier Cuadra, inscribió su experiencia de renuncia a suposición directiva al interior de una virtual tragedia griega. En dicha narración, Cuadra se autoerige como héroe incomprendido, como víctima de las circunstancias, como un Prometeo encadenado por la furia de quienes noestán a su altura de hombre excepcional, pero humano, demasiado humano.Así, en un par de frases diligentemente difundidas por los principalesmedios de comunicación del país, el heraldo de la dictadura transformó laslegítimas demandas del cuerpo académico y los estudiantes de laUniversidad Diego Portales, que exigieron la cesación delejercicio de su cargo por su vinculación confesa con el encubrimiento decrímenes de lesa humanidad, en un rito revanchista, a través del cual sedescargan las culpas colectivas sobre "un inocente en medio de clamores devenganza y de la búsqueda de purificación a través del sacrificio de unode sus miembros".Por los diarios y la televisión pudimos ver a un Francisco Javier Cuadra dolido, comprensivo, empático. De la misma boca que en la segunda mitad delos años ochenta salieron repetidas palabras y mensajes quemanipularon a la opinión pública, confundiéndola respecto de losverdaderos responsables de los crímenes que cometían agentes armados delEstado chileno contra connacionales indefensos, ahora afloraroncontenidos de clamor por el reencuentro nacional, a través de laigualación de experiencias traumáticas: "Siento que quizás el temor, la angustia, la impotencia y el cerco de la discriminación y exclusión que hesentido en estos días por el trato que he recibido, pudieran ser espejolejano pero hiriente del sufrimiento injusto que muchospadecieron durante el gobierno del que fui funcionario. Cambian losnombres y las circunstancias, pero el abuso humano es el mismo".Debe ser un gran avance para la reconciliación nacional que un personerotan destacado de la dictadura se declare tan comprensivo con quienesvivieron el exterminio que él mismo fomentó, ayudó a implementar y amparó.Y quienes fuimos objeto de sus acciones y omisiones -hijos de prisionerospolíticos, ejecutados y detenidos desaparecidos-,debiéramos sentirnos unidos a Francisco Javier Cuadra, por el lazo queotorga el compartir el mismo "temor", "angustia", "impotencia" y"sufrimiento injusto". Su causa, es su mensaje, es la nuestra, pues hay"equivalencia" e "igualdad de condición" en el dolor.A fines del año 1984, cuando ya ejercías como ministro portavoz de ladictadura, el Ministerio del Interior decretó el Estado de Sitio-¿recuerdas, cancelación de las libertades civiles básicas, comolibertad de reunión, de prensa, y un largo etcétera?-, y a mi casallegaron, de noche, civiles armados buscando a papá. Tenía catorce años yme mostraron -aun lo conservo, por si la quieres para tu archivo decultura clásica-, el decreto del Ministerio del Interior firmado porSergio Onofre Jarpa, en el que dice, sin mayor preámbulo, que mi padre-profesor normalista-, debía ser arrestado, interrogado durante el tiempoque fuera necesario, y luego expulsado del país junto aldirigente opositor Jaime Insunza. Todo ello, eso dice el membrete, anombre del Presidente del República, de quien tú eras vocero. Mi padre enese momento no estaba en casa y desde ese momento tuve que aprender amentir acerca de su paradero. Esa misma noche mamá me pidió querompiéramos y botáramos todas las cartas que papá nos había escrito algunavez, con poemas y dibujos mágicos, y que hiciéramos desaparecer las fotos,pues esto ya les había ocurrido en 1976 cuando papá estuvo en manos delComando Conjunto. Así es que hoy no conservo ninguna carta de papá y sólotengo escasas fotos en las que aparezco junto a él. Papá se escondió, tuvoque dejar de dar clases en su liceo en Conchalí y no lo volví a ver, trasmuchas semanas, hasta el año nuevo. En esa oportunidad llegó, de formaimprevista, al interior de la maletera de un auto para que no loidentificaran en la calle. Compartió con la familia un par de horas yluego se fue por un par de meses más. No hubo cargos en su contra, no huboTribunales de Justicia que lo ampararan, no pudo ejercer sus derechos.En marzo de 1985, tú seguías en el equipo político en La Moneda, elGobierno levantó el Estado de Sitio. Ello permitió que papá pudiera volvera trabajar, pues supongo que no creerás que el "oro de Moscú" nos manteníaalimentados a mi hermana y a mí, y que eran los "cubanos" los que pagabanel gas para el calefón de casa o mis clases de guitarra clásica en elconservatorio. Durante meses comimos porotos, tomamos té y nos bañamosmuchas veces con agua fría. Pero, disculpa, todo eso es muy menor a lo quea te ha ocurrido, y muy poco helénico. Papá volvió a sus clases y a susactividades de dirigente gremial, hasta que -supongo no lo habrásolvidado, pues seguías de vocero de Gobierno- lo secuestraron de las puertas de mi colegio y al día siguiente apareció degollado con su cuerpotorturado. ¿Y qué dijiste a la opinión pública? Lo mismo que en el caso del Pepe Carrasco: purgas entre comunistas. ¿Recuerdas al general Mendoza?Si trabajaste para y con él. Bueno, fueron Carabineros y agentes civilesde la Dicomcar los que nos hicieron todo esto.Pero, Francisco Javier, te comprendo, los académicos y estudiantes de la Universidad Diego Portales son equivalentes a los asesinos de mi padre. El trato que te han dado, escribir una carta firmada, debe ser muy doloroso.¿Te enseño a redactar un recurso de amparo? ¿Te pongo en contacto con un psicólogo del Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos para que te ayuden a hacer el duelo? Ahora que tienes más tiempo, quizá podamos ir a terapia juntos.

Manuel Guerrero Antequera
Sociólogo

No hay comentarios.: